Crece
en la plaza en sombra
el
musgo, y en la piedra vieja y santa
de la
iglesia. En el atrio hay un mendigo...
Más
vieja que la iglesia tiene el alma.
Sube
muy lento, en las mañanas frías,
por la
marmòrea grada,
hasta
un rincòn de piedra... Allí aparece
su
mano seca entre la rota capa.
Con
las òrbitas huecas de sus ojos
ha
visto còmo pasan
las
blancas sombras en los claros días,
las
blancas sombras de las horas santas.
Antonio
Machado